sábado, 23 de febrero de 2013

Llama, hay gente arriba

Todos nos hemos encontrado alguna vez con personas despreciables, que humillan simplemente por no ser como ellos, por no tener sus gusto o por que así se sienten mejor al no ver sus defectos.
No debes rendirte ante este tipo de actos, sigue siendo tú, sin miedo a nada ni nadie. ¿Realmente vale la pena que sufras por culpa de seres que necesitan criticar sin parar para sentirse bien, para tener amigos? Aprenderás, con el paso de los años, que en la vida lo que valen son los amigos aunque sean 2 o 3 los que te acompañen en tu camino. Eso vale más que tener 100 aduladores que te den 'palmaditas' en la espalda por todo y que precisamente por la espalda, se rían de ti.
Si hay algo que no soporto es la falsedad, pero comprobarás que es lo mejor que puedes hacer con este tipo de gente, jamás te pongas a su nivel. Ahora bien, si ese 'critiqueo' se convierte en acoso no dudes en buscar ayuda en tus padres, profesores que puedan parar la situación. Nadie merece ser humillado.
¿Eres diferente? ¿Tienes otros gustos? ¿Ves la vida de otra manera? ¡y qué más da! Antes de juzgar, hay que conocer  y si ellos se dejan llevar por prejuicios, no pierdes tú, pierden ellos por dejar pasar la oportunidad de aprender más sobre los demás.
Mi padre, cuando alguien me critica, siempre me dice: 'Que sigan llamando que hay gente arriba'. Es decir, que no te importe lo que te digan, tú eres tú, tus amigos te querrán tal y como eres, al igual que tu familia y tu pareja. Y si crees en Dios, él será el encargado de devolver todo el daño que te están haciendo.
Levanta cada mañana con ánimo, recuerda que siempre sale el sol y que tú vales mucho.
¡Buena suerte!

domingo, 10 de febrero de 2013

Abuelos y cuidadores

Con las manos envejecidas por el paso del tiempo, la mirada cargada de años y el corazón lleno de recuerdos viven nuestros mayores. Esas personas que muchas veces no valoramos y sólo cuando se van lamentamos su ausencia.
Vivimos en una sociedad que piensa que solicitar una plaza en una residencia para uno de nuestros abuelos es una auténtica crueldad, un abandono de esa persona simplemente por comodidad. Sin embargo, la mayor parte de las personas que piden que sus mayores sean acogidos en estas residencias, no lo hacen por comodidad, por egoísmo sino todo lo contrario. Generalmente, se hace para ayudar al abuelo, ese que ha cuidado de ti cuando eras pequeño, que te ha llevado al colegio, que te visitaba en el patio, que te enseñó a vivir, que te hizo partícipe de su vida a través de sus recuerdos...Esa persona, a la que hoy no puedes suministrar las atenciones que necesita pues no estás capacitado para ello.
Debo confesar que durante años he sido muy crítica con el hecho de 'dejar' a los abuelos en estos lugares, pero llegado el caso he podido comprobar de primera mano como las personas que trabajan ahí cuidan y aprecian a los mayores que residen en esos cuartos repletos de fotos de sus familias, fotos que detienen el tiempo en momentos que su mente jamás olvidará.
No debemos juzgar pues los motivos para acudir a una residencia de ancianos, debemos examinar nuestras conciencias y preguntarnos si quienes lo hacemos mal somos los familiares, no por llevarles a estos hogares sino por no acudir más a visitarlos. Que tu abuelo esté ahí no significa que te tengas que olvidar de él, sigue vivo y en él su amor por ti. Es el mismo que te llevaba al parque, que jugaba contigo, es la misma abuela que te cocinaba tus comidas preferidas, las que secaba tus lágrimas cuando por portarte mal tus padres te reñían. No, no es cruel llevarles a un asilo lo cruel es olvidarte de ellos. Pensar que ya no tienes nada que ver, que no se acuerdan de ti y por lo tanto no tienes responsabilidad. Sí, la tienes pues cuando se vaya sentirás que has perdido una gran parte de vida.
Pido perdón por haber juzgado a los trabajadores de estos hogares, pues aunque es cierto que no todos tienen los mismos valores morales, si es verdad que la mayoría se entregan por ellos. Les agradezco las atenciones, los cuidados, la paciencia que tienen con cada uno de nuestros abuelos que acaban siendo, en ocasiones, sus abuelos.
Gracias por cuidar de la persona que me enseñó a vivir y que siempre me repetía aquello con lo que siempre me despido, ¡Buena Suerte!